La narración es una forma tan íntimamente instaurada en nuestra manera de comprender el mundo, de acercarnos a lo que no conocemos y de dar cuenta de lo que ya sabemos que domina sobre otras formas más “distantes” u “objetivas” como pueden ser la definición o la explicación. Narramos para informar, para cotillear, para argumentar, para persuadir, para divertir, para crear intriga, para entretener.
La narración puede combinarse con cualquier otra forma: en el diálogo, por ejemplo, en forma de anécdota, cotillero, chiste, etc. en una explicación, en forma de relato que sirve de ejemplo. En un texto argumentativo, como argumento que apela a la experiencia. Incluso la descripción, sobre todo si es de lugares, adquiere a veces la forma de relato de un pequeño viaje: Cuando entras en la casa, te encuentras con dos puertas, si vas por la derecha…